miércoles, 29 de junio de 2011

Un mundo nuevo para Ricky

Cuando hace un par de temporadas Ricky Rubio firmó con el Barça, lo hacía con la firme intención de jugar dos años, y coger las maletas rumbo a América, sin más. Su libre pensamiento estaba en marcharse del DKV directamente hacia la NBA. Pero el conjunto culé pagó aproximadamente unos 3,7 millones de euros para firmar al joven base del El Masnou. El fichaje más caro que se ha visto en el baloncesto español. Una apuesta arriesgada del Barcelona sabiendo que la intención de Ricky era estar el menor tiempo posible jugando para este equipo.

Dos temporadas de glorias colectivas en la que lo ha ganado absolutamente todo. Pero en la opinión pública ha quedado un regusto amargo sobre su nivel mostrado en el equipo blaugrana. Muy poco dominante en defensa, y  carente de creatividad en ataque. Dos facetas en las que Ricky desde muy jovencito destacó. Quizá el poder y la competencia dentro de ese vestuario es tan poderosa que Ricky probablemente sintiera que ya no era un líder como si lo fue en su día Badalona.

A pesar de que los éxitos le han llegado a una muy temprana edad, quizá demasiado, nos ha demostrado su increíble inteligencia y madurez para llevar sobre sus espaldas el peso de las críticas y alabanzas. definitivamente se le subió a los altares tras los juegos de pekin, en los que cuajó unas actuaciones impresionantes teniendo en cuenta su inexperiencia. Esas actuaciones llegaron a los ojos de los americanos, los cuales ya veían en ese jovenzuelo que en aquel entonces contaba con 17 años en una futura estrella de la NBA. Porque no era ni mucho menos normal ver a un adolescente jugar 30 minutos en una final olímpica frente a la todo poderosa selección de USA. Ricky brilló con luz propia aquel 24 de agosto, en ese encuentro, Aíto sacaría a su pupilo en el quinteto titular, puesto que una inoportuna lesión de José Manuel Calderón le causaría baja para enfrentarse a los norteamericanos. El joven base no tuvo miedo en ningún momento ante tal magnitud de partido, y dirigió con maestría y desparpajo a nuestra selección. Perdimos, pero parte de culpa de que hiciésemos una final memorable fue de Ricky. Demostró al mundo entero que era un genio, no una simple promesa. Los estadounidenses dieron buena cuenta de ello.

Una vez habiendo ganado todo en el viejo continente, ha decidido hacer valer su cláusula, y salirse del contrato para irse rumbo Minnesota, la franquicia que lo seleccionó en el Draft de 2009. No llega en su mejor momento de juego. Sobre él pesan muchas críticas por su bajo rendimiento en Barcelona. Llegando incluso a perder la titularidad y la responsabilidad de dirigir al equipo en momentos claves en favor de Víctor Sada. Pero todo esto es fácil de olvidar sabiendo la edad que tiene. Este deporte, como otros muchos, se vive de sensaciones, de confianza en uno mismo más que de talento. Son periodos cíclicos, sumidos en una montaña rusa. Hoy estás en la cima, mañana estás en caída libre. Así funciona esto, y jóvenes como Ricky Rubio están obligados a asumir que hay que vivir con las críticas recibidas, y transformarlas en motivación, algo que seguro no le va a faltar para triunfar con los Timberwolves. Y más viendo que sus Wolves han elegido en el Draft a uno de los grandes nombres de esta generación como es Derrick Williams, un poderoso alero, con muchísima calidad, y que presume de ser un dominador en los momentos decisivos de los encuentros. Uno de los escasos chicos a los que se le ha colgado el cartel de futura estrella de esta hornada de jugadores.

Detrás de esa cara angelical, se encuentra un chico con una ambición y un carácter ganador salvaje, dulcificado estos dos últimos años, pero sabiendo que volverá a ser el que era. Gustará en la NBA, por desparpajo, por ser muy disciplinado, y porque "el talento -parafraseando a Manel Comas- no se compra en una farmacia". Y Ricky talento tiene para aburrir. Mejor dicho, para divertir. Triunfará.

viernes, 17 de junio de 2011

El duro trabajo de la recompensa

Si existe la justicia divina, este año ha aparecido en la NBA para colocar a Dallas Mavericks donde quizá ya debería estar. Coronados con un anillo, puesto que durante una década ha estado permanentemente en la élite de la competición. Pero por diversas circunstancias el destino siempre de les ha deparado un fracaso tras otro. Se ha caído una y otra vez, pero a base de casta, de paciencia y de un buen trabajo, han culminado con éxito un proyecto que se comenzó a fraguar desde la llegada de su excéntrico propietario Mark Cuban.

La figura del alemán Dirk Nowitzki en Dallas es demasiado alargada como para que esto acabara sin el ansiado anillo. El que probablemente sea el mejor jugador europeo que ha pisado suelo norteamericano no merecía quedarse sin saborear las mieles del éxito colectivo. Y así poder demostrar que él es un líder, y que sabe hacer mejores a sus compañeros. Que mejor manera de olvidarse de los fantasmas del pasado -finales de 2006- que vencer este año a sus verdugos de hace cinco temporadas, los Miami Heat. Aunque unos Heat muy renovados tras los fichajes de Lebron y Chris Bosh, dicho sea.

Algo realmente congratulante para la competición es ver nuevas franquicias campeonas, un equipo que nunca jamás lo habían logrado con anterioridad siempre es bonito para la imagen de la NBA, muy tocada con todo lo que está pasando con el tema de la negociación del nuevo convenio colectivo, y un más que posible lockout.

Hubo una época donde el destino no fue tan benévolo con esta franquicia. Los años 80 fueron terriblemente duros en cuanto a competitividad. Los texanos realizaron grandiosas temporadas en aquellos días, nunca culminadas con éxitos. En su camino se interpusieron hasta en tres ocasiones la apisonadora de los Lakers.  Dos en semifinales y una en final de conferencia. Dieron la cara en todo momento con un poderío anotador desproporcionado frente al dominio angelino. Siempre liderados por el que posteriormente sería un "Bad Boy" con anillos, Mark Aguirre. Sin olvidarnos de otra gran institución como el panameño Rolando Blackman. El cual estuvo en Dallas nada menos que diez temporadas.

Lo que no pudieron lograr los Dick Motta, los Don Nelson, o los Avery Johnson si lo ha conseguido Rick Carlisle en su tercera campaña al frente del enésimo proyecto de Cuban. Que se ha gastado desde que es dueño de los Mavericks casi 1.000 millones de dólares en salarios. Una barbaridad de dinero que de alguna manera ahora puede justificar con el tan ansiado anillo.

Me encantaría destacar en estos campeones a Jason Kidd y Shawn Marion. Dos hombres que han tirado mucho de "oficio" en sus carreras más que como grandes talentos técnicamente. Ambos rozaron la gloria con anterioridad, pero la fortuna le fue esquiva. Ahora, estas mieles que están saboreando estos dos hombres, debería probarlas otro grande entre los grandes, Steve Nash. Así, la justicia habrá sido justa. Esperemos.