Un año después de haber conquistado a todos los fans de la NCAA con su maravilloso juego de equipo, los Butler Bulldogs se presentaron este pasado fin de semana en su segunda final four consecutiva. Si el año pasado ya fue una grata sorpresa su llegada al torneo final, este año lo fue todavía más, puesto que en sus filas ya no contaban con su gran figura, Gordon Hayward. Pero el inmenso trabajo desde el banquillo por parte de el joven entrenador Brad Stevens ha vuelto a relucir en este mes de Marzo, indiscutiblemente su universidad no ha rivalidado ese subcampeonato por casualidad.
En semifinales se enfrentaron a la también modesta universidad de Virginia Commonwealth, que partía con el seed 12 en el Madness. Los derrotaron no sin dificultades en los últimos minutos, con un auténtico partidazo de Shelvin Mack, el cual acabó con 24 puntos con un enorme acierto en el tiro de tres. Y también gracias al trabajo incansable del fajador Matt Howard, un pivot pequeño, y con poco talento, pero que gusta de ver gracias a su carácter siempre luchador y competitivo.
En su camino se ha vuelto a cruzar una potente universidad, si el año pasado fue Duke, este año era el turno de Connecticut. Los campeones de 2004 realizaron un formidable mes de marzo, en gran medida gracias al que con seguridad será el mejor jugador del año, Kemba Walker, un pequeño base eléctrico, gran anotador, buen tirador, pero que todavía le cuesta ser un base constructor de juego. Para acceder a la final 2011 tuvieron que sudar sangre tras derrotar en la segunda semifinal a los Kentucky Wildcats del maestro John Calipari, por tan solo un punto, 56-55.
Ambas universidades finalistas no hicieron una gran temporada antes de llegar la locura del MM. Pero esta es la magia de esta competición. Para lo bueno y lo malo. Mostraron muchísimos altibajos en su juego durante meses, y llegado el momento de la verdad han sabido sacar las garras y definir con mucho acierto en los partidos del todo o nada.
La final de esta pasada noche no pasará a la historia por su brillantez en el juego, fue un partido malo técnicamente, muchos fallos, mucha imprecisiónes, juego tosco, y lleno de nerviosismo, aunque una primera mitad bastante igualada. La reanudación simplemente fue poco menos que un paseo para los Huskies dirigidos magistralmente desde el banco por el veterano Jim Calhoun, que le ha dado a UCON el tercer campeonato nacional de su historia.
Los Bulldogs fueron borrados de la final con un 18 % de tiros, el peor récord en la historia de las finales universitarias. Un motivo para no sentirse precisamente orgulloso de la actuación de los chicos de Stevens en la noche de ayer. Pero desde luego, la hazaña de haber convertido a tal cenicienta en subcampeones durante dos temporadas consecutivas hará que estos chicos ya formen positivamente parte de la leyenda de esta liga. Sueños imborrables de unas noches locas, que serán muy difíciles de repetir, en una universidad tan sumamente modesta. Historia viva.
Saludos
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